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La agenda de género en México: a días de tener una presidenta

Artículo de opinión escrito por Scarlet Monroy, Presidenta de la Comisión Nacional de Desarrollo Ecológico y Sustentable de Coparmex vía @MujerEjecutiva_

La idea de tener la primera presidenta en México es emocionante y representa un avance significativo en la lucha por la igualdad de género. Tener una mujer en dicho puesto será un gran paso hacia la representación y la inclusión de las mujeres en puestos de liderazgo y en la búsqueda de su bienestar. Hasta aquí podría concluir mi comentario, pero esto lleva más contexto detrás. 

Desde las luchas por conseguir el voto de la mujer, a convertirnos en la base de apoyo más grande electoralmente hablando, las mujeres no hemos tenido fácil el acceso a los puestos de poder y liderazgo sino a base de mucho trabajo, sacrificios, injusticias e incluso protestas.

Hoy que tendremos a una mujer al frente del país, independientemente de quien gane, merece muchas expectativas pero también muchas reflexiones.

Déjenme citar algunos datos del estudio “Numeralia ¿Cómo viven las mujeres en México?”, de la organización México ¿Cómo vamos?. Partiendo de la realidad, somos hoy 128 millones 665 mil 641 personas, de las cuales 51.9 % somos mujeres.  De la población en edad de trabajar (15 años o más) las mujeres son el 52.8 por ciento.

La tasa de participación laboral de mujeres es 45.1 %, mientras que la brecha laboral entre hombres y mujeres es de 31.45 %. Las mujeres ganan un menor salario en comparación con los hombres. Para contextualizar de manera sencilla, por cada 100 pesos que recibe en promedio un hombre, una mujer gana 85 pesos. 

La informalidad afecta más a las mujeres, donde por cada 10 personas con un empleo informal 7 son mujeres y 3 son hombres. Finalmente, por cada 100 hombres registrados en un puesto de trabajo ante el IMSS hay 65 mujeres.

Repasar estos números dista mucho de hablar de un país equitativo, igualitario o al menos con una menor brecha entre géneros. Y esto no se resuelve haciendo mención a las mujeres legisladoras, gobernadoras, alcaldesas, líderes de empresa, líderes sociales, patronas, y en este caso, Presidenta de la República.

Urge una agenda de género en el país

Una mujer en la silla presidencial no podrá resolver esta brecha a menos que se construya un contexto y agenda pública con la que se identifiquen todas las mujeres.

Hoy estamos invariablemente en la encrucijada de un país polarizado en opiniones políticas, justificando historias y situaciones que, como ciudadanía, no nos corresponde defender ni entender sin antes exigir resultados ante todo ejercicio de gobierno. No importa si es federal, local o municipal, nuestro nivel de exigencia no debe disminuir y debe reforzarse.

La agenda de género parece disiparse ante la reivindicación de diversas luchas sociales que encontraron cabida en años recientes y esto nos podría hacer pensar que se han resuelto los problemas de las mujeres, esto no es así. La percepción de inseguridad en las mujeres, además de los feminicidios mediáticos y la falta de acción ante las desapariciones, nos dejan en evidencia que no se ha atendido dicha agenda.

Ahora que tendremos una mujer coordinando la política pública nacional y la acción de Gobierno, deberían suceder muchas acciones afirmativas que erradiquen las graves faltas de inequidad de las que hemos sido víctimas por mucho tiempo.  Pero esto solo sucederá si todas asumimos el compromiso que nos corresponde en esta agenda de género. 

Desde reconocer el trabajo no remunerado, homologar salarios entre géneros y reconocer la diferencia específica de lo que ser mujer significa. Esto implica sororidad y a partir de ahí, construir en beneficio de otras mujeres. Como patronas, pagar el salario equitativo y como líderes, impulsar a otras mujeres a conseguir condiciones mejores desde su realidad personal hasta su situación colectiva.

Resultaría triste encargar y confiar que una sola mujer cargue con este compromiso sola por el simple hecho de ser electa presidenta. Mi reflexión es que debemos celebrar la llegada de una mujer a dicho puesto, pero no podemos dejarla sola, no podemos dejar de asumir la parte que nos corresponde, debemos exigir este cambio y ayudar a que suceda. Como sea va a suceder, depende de nosotras cómo asumirlo.

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